Cómo Lograr Carnes Jugosas en Casa: Secretos del Restaurante Poncio Madrid
- agosto 11, 2025
¡Hola a todos, soy Willy Moya, chef de Poncio, aquí en el corazón de Madrid, donde el chisporroteo de una buena carne en la plancha es música para nuestros oídos. Cuántas veces me habéis preguntado, tras probar nuestro secreto ibérico o nuestra presa, eso de «¿Cómo lo hacéis para que quede tan jugosa?». Pues bien, hoy os abro las puertas de mi cocina para compartir los secretos esenciales para lograr esa jugosidad sublime en las carnes en vuestra propia casa. No son trucos de magia, sino técnica, paciencia y un poco de cariño.
La jugosidad no es solo suerte; es ciencia aplicada con arte. Se trata de retener esos valiosos jugos internos, las esencias del sabor, mientras conseguimos un exterior apetitoso. Olvidaos de carnes secas y correosas. ¡Vamos a por ello!
Los Pilares de la Jugosidad (Con Ejemplos de Nuestra Tierra):
El Termómetro: Vuestro Mejor Aliado: El mayor error es guiarse solo por el ojo o el tiempo. La temperatura interna es la clave. Una carne jugosa casi siempre está en su punto justo antes de llegar a «bien hecha». Invertid en un termómetro de varilla, de esos buenos. Para un solomillo de cerdo (maravilloso y asequible), buscad unos 62-65°C en el centro. Un secreto ibérico, que es más graso pero delicado, estará perfecto entre 60-62°C. Una ternera gallega o avileña, como un buen entrecot o chuletón, alcanza su jugosidad máxima entre 52-55°C (poco hecho) y 60°C (al punto). Sacarla antes de que llegue a la temperatura final es crucial, porque sigue cociendo fuera del fuego.
El Reposo Sagrado: ¡No La Toquéis!: Esto es vital y lo que más se salta en casa. Cuando sacáis la carne del fuego, esos jugos están agitados por el calor, concentrados en el centro. Si la cortáis al momento, se escapan irremediablemente. Dejadla reposar tranquilamente sobre una rejilla o una tabla, tapada ligeramente con papel de aluminio suelto. ¿Cuánto? Como regla general, al menos la mitad del tiempo de cocción, y mínimo 5-10 minutos para piezas gruesas. Para un chuletón de 3 dedos de grosor, podrían ser 10-15 minutos. Veréis cómo los jugos se redistribuyen por toda la pieza. Al cortarla, será un manjar húmedo, no un charco en el plato.
El Sellado: Más que un Color Bonito: Un buen sellado a fuego vivo (en plancha, sartén de hierro o parrilla bien caliente) no «sella los jugos» como un mito antiguo decía, pero sí hace algo maravilloso: crea la reacción de Maillard. Esa costra dorada, casi tostada, es puro sabor concentrado (¡umami!) y textura. Además, ayuda a cocinar la carne de manera más uniforme. Calentad bien la plancha, un chorrito de aceite de oliva virgen extra resistente al calor, y colocad la carne (bien seca con papel de cocina antes) sin amontonar. No la mováis constantemente; dejad que se forme esa costra bonita antes de darle la vuelta. Fundamental para un lomo bajo o alto (cadera) de ternera, o para nuestra querida presa ibérica.
El Grosor es Amigo (Y la Sal, a su Tiempo):
Grosor: Las piezas finas se cocinan muy rápido y es fácil pasarse, secándolas. Si podéis, elegid cortes con cierto grosor (al menos 2-3 cm). Si la pieza es fina (como unas plumas ibéricas), requerirá un fuego muy vivo y una cocción rapidísima, vigilando mucho no sobrecocinarla.
Sal: Salar generosamente, pero justo antes de llevarla al fuego (especialmente piezas finas). Si la saláis con mucha antelación (más de 40-60 minutos antes), en carnes más magras, puede empezar a sacar jugo. Para piezas muy gruesas (como un roast beef), salar con más antelación sí permite que la sal penetre. Pero para la mayoría de cortes a la plancha o parrilla, sal y pimienta justo antes de sellar es la clave.
No Ahogar, Respetar el Fuego: Usad la fuente de calor adecuada. Una plancha o sartén bien caliente es esencial para un buen sellado. Luego, según el grosor, podéis bajar un poco el fuego para terminar la cocción interior sin quemar el exterior. Pero evitad cocinar carnes a fuego flojo durante mucho tiempo; eso las seca. Y ¡ojo con los líquidos! Bañar la carne en salsas o vino durante la cocción principal (a no ser que sea un guiso) suele ablandarla en exceso y no favorece la jugosidad que buscamos aquí. Las salsas, aparte y añadidas después del reposo.
En Resumen: Termómetro preciso + Reposo paciente + Sellado potente + Grosor adecuado + Sal a tiempo = Jugosidad Garantizada.
Veréis la diferencia al cortar ese secreto ibérico que habéis preparado en casa, o ese solomillo de cerdo. Esa humedad, ese brillo, ese sabor concentrado… ¡Es oro líquido! En Poncio aplicamos estos principios con devoción a las mejores materias primas de nuestra tierra. Pero creedme, en vuestra cocina, con estos consejos y un poco de práctica, conseguiréis carnes que os sorprenderán.
¿Os animáis a ponerlo en práctica? Y si queréis venir a comparar resultados (y a que os sirva alguien), ya sabéis dónde estamos, en Poncio, con una buena selección de ibéricos y carnes de ternera para disfrutar sin complicaciones. ¡Salud y buenos fogones!
¡Te esperamos en Poncio!